A media tarde, Jacob volvió al hospital. Cuando llegó, yo ya
había dejado de llorar, pero seguía pensativa.
-Hola, amor – saludó con una sonrisa, besándome en la frente
- ¿Qué tal vas?
-Hola – traté de sonreírle – Tienes mejor aspecto.
-No puedo decir lo mismo. ¿Has estado llorando? – inquirió
al observarme más detenidamente. Aparté la mirada, pero me agarró suavemente la
barbilla y me obligó a mirarle - ¿Qué ha pasado? – siguió, preocupado.
-Jones vino a verme, – contesté – con malas noticias.
-¿Qué? – me urgió.
-Pues… estoy despedida – sentí las lágrimas otra vez en mis
ojos – Por mi actitud irresponsable e impulsiva y… por amenazar a una
compañera.
-¿Qué compañera? – preguntó con suspicacia.
-¿Tú que crees? – dije con sarcasmo – Amenazó con
delatarnos. Estaba celosa porque está enamorada de ti, como la mitad de la
oficina. Te dije que nos iba a joder.
Su cara se tornó en una mueca de rabia e ira. Cuando empecé
a sollozar, me abrazó tratando de tranquilizarme.
-¿Qué voy a hacer ahora? – me lamenté, dando rienda suelta a
mis miedos.
-Shh, tranquila, yo estoy contigo – susurró en mi oído –
Encontraremos una solución a todo esto.
Dos días después, me dieron el alta y Jacob me acompañó de
vuelta a casa. Todo estaba igual que lo dejé. Todavía estaba algo depresiva. Me
senté con cuidado en el sofá, pero aún así el dolor de los cortes de mi pecho
me hizo hacer una mueca. Jacob se sentó a mi lado.
-¿Quieres que me quede? – preguntó rodeando mis hombros con
uno de sus brazos.
-Por favor… No quiero estar sola – Murmuré mirándolo a los
ojos.
Sus labios rozaron suavemente los míos y logró tranquilizarme.
Tras un mes, mis heridas habían curado y Jacob aún vivía en
mi casa.
Salimos a cenar para celebrar mi recuperación. Nos sentamos
uno enfrente de otro, estábamos cenando y hablando, cuando Jacob fijó su mirada
en algo detrás de mí. De repente, se levantó con una expresión gélida en el
rostro y se acercó a la persona que estaba a mi espalda. Me giré y allí estaba
Julia, Jacob le estaba diciendo algo, claramente enfadado a juzgar por su tono,
mientras ella me observaba. Me levanté y fui hacia ella.
-¿Qué, puta? No me hace falta ir a buscarte que ya vienes tú
– espeté con frialdad- Te dije que no te fueras de la lengua – solté,
acercándome a ella, con el cuchillo que había cogido de la mesa en la mano. Lo
deslicé bajo su falda y susurré – No te puedo dejar a mi chico, pero si lo que
quieres es un polvo, te puedo meter esto por el coño.
-Amor, relájate – me interrumpió Jacob, besando mi cuello –
Déjamelo a mí. Mira, Julia, vas a pedir disculpas a Amanda y vas a ir a ver a
Jones para explicarle que fuiste tú la que amenazaste primero a mi novia –dijo
suavemente – Si tratas de jugárnosla, voy a ser yo el que te mate, pero primero
verás morir a tu familia. – se volvió hacia mi- Vamos, Amanda.
-Claro. Hasta otra, cariño – susurré burlona a Julia, cuyos
ojos estaban llenos de lágrimas.
-Me las vais a pagar- amenazó.
-No lo creo. – respondí, mientras me abrazaba a la cintura
de Jacob y volvíamos a la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario